Carlos Sánchez Mato
El Banco Financiero y de Ahorros (matriz de Bankia) ha
presentado recientemente los resultados correspondientes al ejercicio 2012.
Después de un convulso año en el que se produjo la forzada dimisión del
anterior presidente Rodrigo Rato y la llegada a la dirección de José Ignacio
Goirigolzarri, la entidad se vio obligada a pedir la urgente necesidad de
capitalización pública para evitar el estallido.
Más de 22 mil
millones de euros de dinero público han sido inyectados en la entidad en forma
de capital pero no ha sido esa la única ayuda estatal que ha recibido
BFA-Bankia. Además de lo anteriormente
reseñado, BFA-Bankia ha utilizado más de 120 mil millones de euros de recursos
públicos para su financiación como única forma de mantener la operativa diaria
de la
entidad. La entidad tenía a finales de 2012 más de 74 mil
millones de euros en préstamos del Banco Central Europeo, ha recibido más de 19
mil millones de euros en avales para sus emisiones de deuda y ha traspasado más
de 22 mil millones de euros en activos al SAREB a cambio de bonos de dicha
entidad con el aval del Estado. Con carácter previo, BFA-Bankia fue una de las
entidades bancarias españolas que enajenó títulos de deuda no líquidos al Fondo
de Adquisición de Activos Financieros. Este organismo de carácter público
proporcionó liquidez a las necesitadas entidades ante su imposibilidad de
obtenerla por otros medios.
En
total, BFA-Bankia ha recibido la descomunal cifra de más de 142 mil millones de
euros de ayudas públicas en el período 2009-2012 entre medidas de
capitalización (15,73%) y medidas de financiación (84,27%). Y eso es solamente la cuarta parte de los
fondos públicos destinados a sostener el sector bancario de nuestro país.
Después de esta mastodóntica inversión de
dinero de los contribuyentes, el actual presidente de la entidad, el Ministerio
de Economía y el Banco de España han lanzado un mensaje triunfalista en el que se
indica que la entidad tiene un balance saneado. Cualquier observador podría
decir que la presunción era innecesaria después de “disparar con pólvora del
rey” pero, desgraciadamente para el
erario público, el análisis de los estados financieros publicados revela las
graves carencias de capitalización que sigue sufriendo la entidad. Las estrategias de maquillaje no
desaparecieron con el anterior equipo directivo y el actual consejo de
administración se ha afanado en activar más de 9 mil millones de euros en
créditos fiscales que solamente sus nietos podrán hacer líquidos y en ocultar
los activos ponderados por riesgo sobre los que se calculan los requerimientos
de capital.
Si se realizan los ajustes al patrimonio
neto que suponen los activos fiscales de imposible recuperación y la elevación
de los activos ponderados por riesgo a efectos del cálculo de capital necesario, el déficit de capital ascendería en la
actualidad a más de 16 mil millones de euros.
Nuevas
necesidades para un pozo que no parece tener fondo.
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