Jordi Escuer y Carlos Sánchez Mato
El Gobierno y sus terminales
mediáticas han lanzado una poderosa ofensiva destinada a convencer a la opinión
pública de que estamos llegando al final de la recesión y en vísperas de una
recuperación de la economía. Todas las declaraciones oficiales hacen referencia
a la “desaceleración de la caída del PIB” como indicador técnico de la salida
de la recesión y señalan que el próximo trimestre mostrará un crecimiento que
podría alcanzar el 0,1%.
¿Hay
motivos objetivos para el optimismo del Ejecutivo?
En primer lugar, es evidente que
existe una falta de correlación entre la actividad y el PIB ya que es
inexplicable que una caída del 3,6% en el período 2007-2012, haya supuesto un
incremento en el desempleo de casi 17 puntos porcentuales sobre la población
activa. Una cifra similar de crecimiento del paro en Grecia ha ido acompañado
de una caída del PIB superior al 20%.
Desde la perspectiva oficial se argumenta que el empleo perdido era muy
poco productivo pero esa explicación no es en absoluto coherente[1]. La hipótesis más razonable con los datos disponibles muestra que
existen graves problemas metodológicos a la hora del cálculo del PIB y de sus
variaciones anuales por lo que no ha reflejado la auténtica gravedad de la
crisis. Parece evidente que el PIB en España está claramente “inflado” por lo
que defender la “salida de la crisis” por la existencia de mínimas variaciones
del mismo no parece consistente[2].
Ha sido especialmente patética la
reacción ante la reducción del paro en agosto en ¡31! personas, a la par que se
reducía la afiliación a la Seguridad Social en 99.000 personas. De hecho, hay
73.000 parados más que en agosto del año pasado. ¡En realidad disminuye el
número de personas trabajando! Y el empleo que se crea es precario y en
malísimas condiciones. Si en la última
EPA (junio de 2013), el paro era de 5.977.500, con una tasa del 26,26%, las
previsiones aventuran que habrá en torno a 3.400.000 parados en 2019. No
parece que pueda anticiparse con los datos existentes que la clase trabajadora
vaya a resolver sus problemas actuales.
Tampoco en el resto de variables
económicas pueden apuntarse mejoras: La
deuda pública sigue aumentando de forma imparable y el déficit hasta el mes de
junio indica que la bola de nieve seguirá creciendo. El Gobierno parece
conformarse con el hecho de que el Tesoro Público sigue colocando letras, bonos
y obligaciones a un tipo de interés ligeramente inferior al año pasado,
olvidando que el volumen muy superior de endeudamiento obliga a pagar intereses
insostenibles.
En el primer
semestre de 2013 se ha corregido el déficit de la balanza por cuenta corriente
(superávit de 1.358 millones de euros en el primer semestre de 2013). Se
utiliza este hecho objetivo para defender la bondad de las reformas realizadas
olvidando que, solo gracias a la debilidad de la demanda y la disminución de
las importaciones se ha podido alcanzar el equilibrio. Cuantitativamente lo
único que ha conseguido es evitar que se incremente el astronómico volumen de
endeudamiento externo neto se estabilice en cifras cercanas al billón de euros. La propaganda
oficial no parece haberse fijado que serían necesarios 243 años al ritmo
conseguido en el primer semestre del año para volver a un endeudamiento externo
similar al del año 2000. España no podrá
resolver esta crisis a base de exportar más e importar menos. Los países
emergentes muestran claros síntomas de agotamiento en sus altas tasas de
crecimiento y la competitividad como receta nos lleva a políticas de
“empobrecimiento del vecino” que nunca han acabado bien.
Conclusiones:
El capitalismo es incapaz de garantizar un crecimiento sano
Parece claro que el Gobierno está
lejos de haber resuelto las causas de la crisis y la situación a nivel global
no va a resolver las dificultades de manera inmediata.
El diagnóstico de lo que ocurre nos deja claro que no
estamos ante una crisis de demanda. Estamos ante una crisis de SOBREPRODUCCIÓN,
no porque no hubiera una capacidad de consumo (que obviamente era limitada),
sino porque hay más medios de producción de los que el capitalismo es capaz de
usar.
¿Con qué finalidad emplea el capitalismo los medios de producción? Pues no para
atender necesidades sociales, sino para obtener beneficios. El capital no
invierte ordenadamente, sino buscando la máxima rentabilidad a corto plazo,
cuando un sector en está en auge, el capital acude a él y lo estimula hasta que
hay un exceso de capacidad productiva (incluso provocando burbujas, que son
propias de una economía de mercado), entonces, la rentabilidad cae y se abre
una crisis. Así ha sucedido en el sector inmobiliario y, en general, en el
conjunto de la economía. Por eso estamos en crisis. Hay un enorme exceso de
capacidad productiva, no desde el punto de vista de las necesidades, sino de la
utilización rentable de dichas fuerzas.
La
forma capitalista de resolver esto es una masiva destrucción de fuerzas
productivas, la recuperación de la tasa de ganancia y la creación de nuevos mercados,
unida a la explotación más intensa de los existentes. Estamos asistiendo
a una destrucción de fuerzas productivas, tanto materiales como humanas. La
destrucción de empleo masiva (unos de 3 millones de empleos hasta 2012), de los
cuales más de medio millón corresponden a la industria. La destrucción de la
actividad de investigación y ciencia, con cierres y despidos masivos, suponen
un retroceso dramático para la economía española. La utilización de la
capacidad productiva es todavía muy baja, con lo que no cabe esperar grandes
inversiones ni que cese la destrucción de capital fijo.
Por eso no podemos
decir que estemos en la fase final de la crisis porque el sistema no ha logrado
crear las condiciones que permitan el nuevo proceso de acumulación. De hecho,
no basta con intensificar la tasa de plusvalía, es decir, aumentar la
explotación de los trabajadores. Además es necesario destruir una gran cantidad
de fuerzas productivas, o encontrar nuevos sectores a desarrollar, que permitan
un nuevo proceso de acumulación capitalista: crecimiento y altas tasas de
rentabilidad. Tras la depresión del 29, la crisis consiguiente no fue superada
hasta después de la Segunda Guerra Mundial, que creó esas condiciones. Sin este
tipo de mecanismos acelerados de búsqueda de equilibrio, el proceso de
resolución de las crisis económicas capitalistas es mucho más lento…
Son las cosas del sistema…
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[1] Los datos proporcionados por la
Central de Balances del Banco de España y los de la Agencia Tributaria que se
obtienen de las grandes empresas no reflejan el presunto aumento de
productividad de los trabajadores que no han perdido su empleo. Más bien ha
sido al contrario. Las grandes empresas han sufrido en el período 2007-2012 una
pérdida de productividad superior al 16% ya que su facturación ha caído mucho
más rápido que los salarios de sus trabajadores.
[2] Juan Carlos Barba. Más dudas
sobre la fiabilidad del PIB español. http://blogs.elconfidencial.com/economia/grafico-de-la-semana/2013/05/24/mas-dudas-sobre-la-fiabilidad-del-pib-espanol-11338
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