Presupuestos de 2015: Ejemplo de "trilerismo" político e inconsistencia económica
Carlos Sánchez Mato
22 de octubre de 2014
Aunque uno quisiera creer ciegamente
en las previsiones del ministro Montoro, el ejercicio de optimismo
antropológico que suponen los Presupuestos Generales del Estado de 2015 no resiste
un análisis mínimamente científico. Es evidentemente que, lo que si se refleja
en los mismos, es que se trata de las últimas cuentas antes del arranque del
próximo ciclo electoral y eso condiciona claramente algunas de las partidas de
gasto y, en mayor medida, las previsiones de ingresos.
Como elemento central de crítica no
podemos dejar de reseñar que el Gobierno lo fía todo a una recuperación que no
se ve por ningún lado. El cuadro macroeconómico muestra una previsión de
crecimiento del 2% para 2015. Para ello confía en que la demanda interna mejore
y lo haga también la inversión y las exportaciones. Pero estos rubros han de dispararse
muy por encima de lo que es posible esperar si analizamos la evolución de los
datos publicados por el Banco de España correspondientes a 2014. El consumo
interno tendría que crecer por encima del máximo alcanzado este año y eso es
difícilmente creíble según indica el propio Banco de España que detecta una
clara desaceleración en el tercer trimestre. Más difícil todavía es lo que
tiene que incrementarse la inversión ya que tendría que triplicarse la
variación con respecto a la experimentada en 2014. Para cerrar el “círculo
virtuoso”, el Gobierno prevé que el saldo comercial (exportaciones menos
importaciones) aporten dos décimas de crecimiento en 2015 cuando vamos a ritmo en
este año de que lo que ocurra es que suponga dos décimas pero de decrecimiento…
¿Es
lógico que dudemos que la economía española pueda crecer lo que el Gobierno
muestra en su cuadro macroeconómico? Parece justificado por lo incoherente de
sus tesis en relación a lo ocurrido en los últimos ejercicios[1].
No se puede esperar el incremento de PIB que el cuadro prevé, en un entorno de
tasa de paro muy elevada, congelaciones salariales en el empleo existente,
cuando no devaluación salarial y elevada deuda privada que obliga a familias y
empresas a dedicar los excedentes que pudieran conseguir, a otra cosa que no
sea amortizar sus créditos.
Evidentemente,
si la economía no crece al 2%, difícilmente lo podrán hacer los ingresos
fiscales en el porcentaje marcado (3,5%) y los ingresos por cotizaciones
sociales (6,8%). Pero como “el papel y el Excel lo aguantan todo”, el ministro
de Hacienda cuadra el círculo y se pone como horizonte esa previsión de
crecimiento y arrastra de esa forma la previsión de ingresos tributarios y de
la Seguridad Social para enjugar parcialmente el déficit consolidado del
Estado.
Sin
embargo, la incoherencia es palmaria. Esperan un brutal incremento de los
ingresos por cotizaciones sociales por la “mejora del mercado laboral” aunque
sus propias previsiones enviadas a Bruselas consideran que seguiremos con
altísimas tasas de paro hasta dentro de 7 u 8 años. Además, no podemos dejar de
señalar que el empleo que se está creando tiene altas dosis de precariedad y
está ligado en gran medida a medidas tomadas en base a rebajar las cotizaciones
sociales (tarifa plana). Cuando en 2014 la pretendida mejora del empleo no ha
conseguido incrementar la recaudación de la Seguridad Social ni un 0,5%,
considerar que se va a incrementar un 6,5% esta partida en 2015 raya en lo
absurdo.
Además
consideran que, aplicando una rebaja tributaria (con claros tintes de populismo
electoralista y que podría alcanzar los 4.000 millones de euros) van a
conseguir mantener la recaudación por IRPF en 2015. Más irreal es el escenario
de recaudación por la vía del impuesto de sociedades que se espera incrementar
un 20% con respecto a la recaudación efectivamente conseguida en 2014 y más aún
cuando los tipos se van a rebajar.
Con un crecimiento nominal del PIB
nominal de 27.000 millones de euros, como mucho debiera esperarse con la
presión fiscal existente que los ingresos totales subiesen 10.000 millones de
euros. Sin embargo, el Gobierno prevé una subida de 16.500 millones de euros
(el 65% más) ¡¡¡ y con teórica bajada de impuestos!!! Más que optimismo, estamos
ante un caso evidente de “enajenación” política.
El gasto consolidado total crecerá
el 0,4% pero hay que atribuirlo al incremento del pago en pensiones (no a la
mínima revalorización del 0,25% para los jubilados) sino al efecto demográfico
y al propio envejecimiento de la población. Sin embargo, otras partidas como el
seguro de desempleo se recortan significativamente (casi el 15%) más que por el
voluntarista deseo gubernamental de que se incremente el empleo, por la pérdida
de prestaciones que sufren los parados de larga duración.
El otro truco que esconde la
presentación del gasto es la presentación de una disminución del gasto
financiero por la mejora de los tipos a los que se financia el Tesoro Público.
La trampa es que considera una reducción del 3% sobre los gastos financieros
presupuestados en 2014 olvidando señalar que, gracias al rescate encubierto del
Banco Central Europeo, el gasto financiero que finalmente soportaremos en 2014
será muy inferior con respecto al presupuestado. Es decir, que en 2015
marcaremos un nuevo récord en el pago de intereses. Intentan confundir a la
opinión pública realizando comparaciones con el presupuesto y no con lo
realmente pagado en 2014.
Por último, hay que resaltar el
efecto que el cambio estadístico implantado por el Instituto Nacional de
Estadística en el cálculo del Producto Interior Bruto. Con esas modificaciones,
se eleva la riqueza generada en cada ejercicio al computar determinados
elementos que antes no se tenían en cuenta en su cálculo (gasto en I+D, el
armamento o las actividades ilegales como la prostitución, el tráfico de drogas
o el contrabando de tabaco). Con este nuevo criterio, la economía española se
ha encontrado “de la noche a la mañana” con 26.193 millones de euros de riqueza
adicional en 2013. El PIB nominal por tanto de este año alcanzó los 1,049
billones frente a los 1,023 billones que figuraban hasta ahora en las cuentas
oficiales. Eso supone que los cálculos
que se realizan en relación con el PIB, podrán ser superiores.
En definitiva, el Gobierno
dispondrá de un colchón de gasto adicional de unos 2.000 millones de euros para
cumplir el déficit, ya que el objetivo no es nominal sino que está en relación
a la medición del PIB (5,5% para 2015). Como el denominador (PIB) es ahora
superior, el numerador (déficit) podrá ser también mayor. Ahora bien, este
cambio estadístico no supone ninguna creación de riqueza sino un cambio
estadístico. Esta modificación tiene efecto también en la consideración de la importancia de la
deuda pública para la economía española ya que, igual que ocurre con el
déficit, al incrementarse el PIB nominal por esta discutible actuación
artificial, para un mismo importe de deuda pública, ésta representará un
porcentaje inferior del PIB. De hecho, la
deuda pública del segundo trimestre de 2014 no varía (1,012 billones de euros),
pero sí su ratio sobre el PIB, que baja al 96,4% frente al 98,9%.
Todo esto conforma un planteamiento
alejado de la realidad y solo centrado en interpretar una infantil actuación
que consiste, básicamente, en “hacerse trampas al solitario” con el objetivo
puesto en las elecciones generales. Pero estos trucos, propios de trileros aficionados,
dejan en evidencia a quienes los practican y convierten en papel mojado a unos
Presupuestos que, por el contrario, debieran ser una herramienta fundamental
para combatir la crisis económica.
[1] De hecho, para crecer al 2% en 2015, las exportaciones deberán
incrementarse el 5,2% cuando la realidad de este año es que las mismas se
muestran estancadas y hay ya certeza de las dificultades de los países
europeos, que son nuestros principales clientes. Otra de las columnas en las
que se sustenta la previsión gubernamental es que se triplique la inversión,
algo absolutamente quimérico si tenemos en cuenta la debilidad de las
expectativas y el estrangulamiento del crédito que no hace más que disminuir.
El último elemento en el que se apoya el optimismo gubernamental es la
previsión de crecimiento de la demanda interna que durante la primera parte
2014 se ha incrementado pero únicamente a costa de consumir el ahorro y eso no
es sostenible a medio plazo.
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