Balance
de unas elecciones y propuestas
Alberto Arregui (Miembro de la Presidencia Federal
de IU)
Jordi Escuer (Miembro de la Presidencia de IUCM)
Jesús Mª Pérez
(Miembro del CPR de IUCM)
Las elecciones europeas del 25 de mayo en el Estado
español han sido un terremoto político que ya se ha cobrado varias “víctimas”
relevantes. Lo más destacado es la derrota aplastante del gobierno del PP, el
rechazo social a su política que demuestra que ha perdido el apoyo social y que
está en La Moncloa de precario. No sólo eso, el PSOE ha sufrido una derrota
histórica que le sitúa en sus momentos más bajos, demostrando que la línea
continuista de colaboración con el PP en el sostenimiento del sistema,
salvaguardando el régimen del 78 en lo político y los intereses de las grandes
empresas y capital financiero en lo económico, les conduce a la pérdida de
apoyo entre sus electores y el descontento de su militancia.
Los resultados de las elecciones muestran un claro
giro a la izquierda en el ambiente de la sociedad y una prueba clara de ello es
la potente irrupción de Podemos, que todo indica que va a más si es capaz de
consolidarse, y que junto a la subida de IU dibujan un escenario totalmente
distinto, sobre todo en la izquierda.
Después de décadas de estabilidad presidida por el
PSOE y el PP, el mapa político ha sufrido una serie de cambios a través de los
cuales se empieza a reflejar lo sucedido en la sociedad, como consecuencia de
la crisis económica en los últimos 6 años y, sobre todo, por las movilizaciones
en los últimos tres.
A diferencia de las situaciones “normales”, donde
los procesos electorales se limitan a ser una foto fija de la situación, en
este caso se ha producido no sólo el reflejo de los cambios operados en el
último periodo, sino que además interactúa con el ambiente social,
profundizando el proceso.
Sentimientos como el hastío, la desorientación, la
desmoralización, o el entusiasmo y el deseo de cambio, se han manifestado en la
actitud electoral de distintos sectores de la sociedad. Estos resultados han
ayudado a sacar a la superficie los procesos profundos de transformación de la
conciencia que se están operando en las clases sociales.
Por un lado, La crisis; el paro masivo sin
alternativa, el desastre de la vivienda, la precariedad y la vuelta a la
emigración de los jóvenes, el descenso de los salarios, los recortes en los
servicios públicos y en los derechos democráticos… han tenido como consecuencia
una pérdida masiva de confianza en aquellos partidos más identificados con la
gestión y la defensa del sistema. La pérdida de más de 5 millones de votos
entre el PP y el PSOE lo demuestran de forma tajante rompiendo un panorama, que
parecía inamovible, en el que ellos controlaban prácticamente toda la vida
institucional.
La derecha recibe un
varapalo
El Partido Popular ha sufrido un fuerte varapalo
con la pérdida de casi 2,6 millones de votos. Ni UPyD, ni Ciutadans, ni Vox,
que han recogido parte de ese voto, compensan esa pérdida, buena parte de la
cual ha ido a la abstención. Podrán decir que han ganado, pero saben que han
sufrido un duro golpe.
Cuando el PP ganó las últimas elecciones generales
dijimos que ese triunfo se transformaría en poco tiempo en su contrario, y hoy
están perplejos porque ven en peligro todas sus mayorías absolutas y no sólo
por el avance de la izquierda sino, también, debido a la división de su voto.
El punto fuerte del PP durante muchos años, y que ahora se resquebraja, había
sido mantener unido el voto de la derecha. Pero ahora no sólo pierde votos a
UPyD, Ciudadanos,… sino que se pueden observar los primeros síntomas de
polarización en este sector del electorado al surgir una formación claramente a
su derecha, como Vox, que en algunas zonas, Madrid capital por ejemplo, es más
que una anécdota al obtener un 4,19%.
Se profundiza la crisis
del PSOE
El PSOE pierde 2,5 millones de votos, una
barbaridad para un partido que lleva más de dos años en la oposición. Pero es
evidente que este retroceso expresa tanto el rechazo que en su propio
electorado provocó la gestión de Zapatero como el que ha provocado la leal y
escasa oposición de la dirección encabezada por Rubalcaba a las políticas del
PP. La crisis interna se ha desatado. Dimisión del Secretario General y de su
homólogo en el País Vasco, escisión en el PS de Catalunya, división en el grupo
parlamentario por el tema de la sucesión real, enfrentamiento de las Juventudes
Socialistas por el tema republicano… El pronunciamiento monárquico de la
dirección ya está agudizando las divisiones internas y si la sucesión de
Rubalcaba se resuelve con una imposición del aparato (aunque sea a través de
primarias) se agudizarán aún más, cristalizando bloques con intereses
diferentes. Si finalmente el PSOE se decanta por la vía que le están marcando
Felipe González y otros voceros de la burguesía por un gobierno con el PP, la
crisis que ahora vemos no habría hecho más que empezar.
Por otro lado, las movilizaciones; el 15 M, las dos
huelgas generales de 2012, las impresionantes movilizaciones de las Mareas, las
manifestaciones ante el Congreso, las Marchas por la Dignidad, el movimiento
pro-independencia en Catalunya… han ido teniendo un efecto en la conciencia de
cientos de miles de trabajadores y trabajadoras que se ha visto traducido en el
voto. Hay un giro a la izquierda en la situación. Mientras las distintas
organizaciones políticas de la derecha sólo logran sumar el mismo voto que sacó
el PP en 2009, de hecho sumando a toda la derecha tiene 1,25 millones menos que
en 2009, la izquierda, tomada en su conjunto, tiene millón y medio más de votos
que tuvo el PSOE en 2009. La izquierda tiene un voto que ronda el 49% del voto
emitido, frente al 42% de la derecha.
Sin embargo, la derecha no caerá sin una
alternativa de izquierdas capaz de movilizar en todos los terrenos, también el
electoral, a la mayoría de la clase trabajadora y de la juventud. Ese proceso
ha empezado. Las marchas por la dignidad del pasado 22 de marzo, han cobrado
expresión política incluso en una nueva fuerza de izquierdas, expresando una
necesidad.
Lecciones para Izquierda
Unida
IU ha multiplicado sus votos por 2,66. En algunas
zonas el crecimiento es exponencial y justifica el ánimo y optimismo de la
militancia. Hay zonas en las que el aumento del voto es espectacular como es el
caso de Canarias, Galicia o La Rioja multiplicándose por 8,1, 7,1 y 4,1
respectivamente. No es ninguna exageración decir que este resultado abre una
oportunidad histórica a la izquierda, y especialmente a IU. Pero reconocer el
avance (que aún nos deja lejos de los dos millones y medio de votos de las
europeas del 94), no puede ocultar otra realidad que debemos analizar con
sobriedad: no hemos sido capaces, en la situación más favorable imaginable
desde el punto de vista electoral, de ser el principal cauce de expresión del
movimiento que se ha gestado en la sociedad en los últimos años, y en algunas
zonas es el resultado es más que alarmante frente a Podemos. Tan solo
hay cuatro Comunidades en las que el aumento del voto ha quedado por debajo de
la media del multiplicador 2,66, pero son claves: Andalucía, Catalunya, Madrid
y Extremadura.
Debemos ser capaces, en el debate en IU, de
analizar los resultados libres de prejuicios, no para justificarnos, sino para
aprovechar la oportunidad que tenemos delante. Debemos evitar los análisis que
le echen la culpa al empedrado: "podemos ha sido apoyado por los medios de
comunicación", "era una operación contra IU"... o cosas por el
estilo. Veamos la propia responsabilidad de IU, en no haber sido capaces de
atraer a esos cientos de miles de personas (se dice pronto, 1.240.000 votos)
que no han confiado en nosotros. Seríamos unos irresponsables si no nos
preguntamos el porqué.
Siendo claramente autocríticos, nos ha faltado
vitalidad democrática en nuestra propia organización. No hemos mostrado la
combatividad política que pudiera ilusionar a esa nueva capa de activistas que
está buscando una alternativa.
Si el mensaje de la “casta” de Podemos ha calado
entre muchos activistas, es porque en las fuerzas de la izquierda sindical y
política existe un enorme aparato burocrático que defiende sus intereses
particulares por encima de los intereses de la clase trabajadora. IU no es
ajena a esa realidad. El mero hecho de que hayamos sido incapaces de organizar
unas primarias entre los afiliados para elegir la candidatura a las europeas,
evidencia el enorme lastre burocrático que aún arrastramos.
En particular, que Podemos nos aventaje como fuerza
política en Madrid, pone en evidencia el anquilosamiento organizativo y
político de nuestra organización en esta Comunidad. A base de poner la “mano en
el fuego por Moral Santín” y de que destacados dirigentes de IU denostasen el
15-M y defendieran que los coches oficiales “son herramientas de trabajo”,
hemos ido levantando obstáculos para aprovechar la labor que muchos compañeros
han hecho en la movilización, incluido en el 15-M. Cuantas veces hemos oído
“vosotros soy muy majos, pero vuestros dirigentes…”. El viejo aparato está
siendo un obstáculo para el crecimiento de la organización, pues existe una
desconexión entre lo que hace la militancia y lo que hace la dirección, que es
necesario romper. La negativa a permitir a los afiliados de la ciudad de Madrid
dirigir la política municipal y elegir la candidatura al Ayuntamiento, han sido
comportamientos que han desalentado a la militancia de IU y que han alejado a
muchos activistas de nuestra organización. Ya no nos lo podemos permitir más
tiempo.
Igualmente, nuestra participación en gobiernos como
el de Andalucía no permite que nuestra fuerza se diferencie suficientemente del
PSOE a los ojos de buena parte de los activistas, ya que nos hace aparecer como
cómplices de las políticas de recortes sociales. De hecho, el más beneficiado
por nuestra participación en el gobierno ha sido el propio partido socialista,
que ha conseguido el mejor resultado de todo el Estado. Le hemos ayudado a
recuperarse dándole un crédito de izquierdas.
Desde luego, actuar como en Extremadura no es la
alternativa, pues nadando entre dos aguas lo único que conseguimos es
ahogarnos. La condición previa es demostrar que somos los más consecuentes
adversarios del PP y, sin permitir gobiernos del PP, tampoco participar en
gobiernos que hagan recortes.
Igualmente, nuestro apoyo acrítico a las
direcciones de UGT y CCOO cuando éstas no se implican en respaldar con todas
sus fuerzas el levantamiento de una alternativa de izquierdas, sino que
orientan toda su política a volver al pacto social con el PP, también nos aleja
de buena parte de los activistas. Es inadmisible que Ignacio Toxo y Cándido
Méndez se reunieran en vísperas del 22-M con Rajoy, en un acto que sólo buscaba
dar un balón de oxígeno al Gobierno. Debemos ser capaces de diferenciar nuestro
apoyo a los sindicatos de clase, más necesarios que nunca, de la política que
aplican sus dirigentes, la cual tenemos el derecho y el deber de criticar.
La eclosión de Podemos
Es una obviedad que existe siempre un período de
tiempo, más o menos largo, desde que se produce un acontecimiento económico,
una crisis, en la sociedad y su traslación a la conciencia de las masas. Ha
hecho falta un largo período para que la profunda crisis económica se muestre
en las conciencias como crisis política y social que afecta al propio sistema.
Pero ahora la crisis de la sociedad está teniendo
un ritmo más rápido de lo que parecía, se produce una transformación de la
conciencia de mucha gente que buscan una alternativa y ahí, como IU, sólo hemos
sido capaces de llegar a una parte, otros muchos rechazan todo aquello en lo
que no confían. Esta es la explicación de la eclosión de Podemos y de que en
una sola convocatoria electoral haya alcanzado el 8%. Una parte de su voto
viene del PSOE e IU. Un 56%, según una reciente encuesta, de sus votantes lo
habían hecho por PSOE o IU en 2011. Pero también han animado a votar a un
sector de activistas que de no haberse presentado probablemente hubiesen
acabado absteniéndose.
El mérito de "Podemos" es haber captado
esa situación (aunque ellos mismos están sorprendidos), pero no se trata de que
lo hayan hecho muy bien, simplemente se han puesto en el sitio adecuado en el
momento adecuado. Y es un fenómeno que va a más como lo prueba el hecho de que
ya hay encuestas que le dan a Podemos entre el 14 y el 15% en unas elecciones
generales lo que podría suponer entre 32 y 58 diputados.
Una oportunidad para
Izquierda Unida
Aunque Podemos no es un modelo a imitar por IU, de
hecho aún está en desarrollo, tiene una virtud que nos puede ayudar y es que
señala nuestros puntos débiles. La clave para que IU pueda aprovechar la gran
oportunidad que se le ha presentado es entender que ha habido un movimiento
tremendo en la sociedad, expresado el 22-M en las Marchas de la Dignidad y que,
parafraseando a Rosa Luxemburgo, no hemos sido capaces de convertir la
movilización en organización.
¡¡Lo más importante es que la oportunidad sigue
abierta!! El PSOE está inmerso en una tremenda crisis y nosotros hemos crecido.
Pero no va a ser una oportunidad eterna y sin rivales, tenemos un plazo breve,
de aquí a las generales. Por eso lo urgente no nos debe apartar de lo
importante: un debate sereno participativo y en profundidad
Como siempre, si hacemos un análisis debemos
ofrecer una alternativa. Y en este momento, más que nunca, la lucha no es por
“aumentar la representación institucional” de IU, sino por dar cauce a un
movimiento que demuestra que sería capaz de transformar la sociedad.
Así, nuestro objetivo primordial debe ser el de dar
un nuevo impulso a la movilización, que es el factor determinante que ha
colaborado a cambiar el ambiente social.
Al tiempo, reivindicar el papel de IU, y poner la
casa en orden hasta ser ejemplo de democracia interna y, solo como consecuencia
necesaria y complementaria de estas dos tareas: La búsqueda de una alianza
desde la propia base del movimiento que permita crear un referente que ilusione
y haga crecer la potencialidad de un mayor crecimiento de la alternativa de un
gobierno de izquierdas.
Para ello, primero necesitamos hacer de IU una
fuerza plenamente democrática, que lo sea y lo parezca. No se trata de hacer
primarias mediáticas o a base de redes sociales, sino que de que la militancia
tenga capacidad real de decidir la política y la actuación de la organización:
decidiendo la política cotidiana, aprobando los programas y eligiendo las
candidaturas. Y, segundo, siendo capaces de poner sobre la mesa un programa
capaz de acabar con las políticas de recortes y cambiar la sociedad, que no sea
elegir el mal menor frente a la política del PP.
La oportunidad de la reivindicación de la
República, vinculada a una posición de clase, frente al régimen del 78 y como
palanca del proceso constituyente. Una campaña no sólo en la calle sino en
todas las instituciones donde estamos, desde ayuntamientos a parlamentos, pero
con fuerza, que se nos oiga, no algo formal sino que tenga repercusión en la
sociedad. El rechazo al continuismo monárquico no puede limitarse a la
reivindicación de un derecho democrático elemental, cual es la desaparición de
un vestigio feudal, que sirve como fuerza de agrupamiento de lo más
reaccionario de la sociedad. Debe ser también la lucha por el fin del régimen
del 78, vinculándolo también al fin de los privilegios de las clases dominantes
que nos arrastran a una situación degradante para la clase trabajadora y la
mayoría de la sociedad.
En la calle se han ido forjando consignas como
consecuencia natural de los movimientos sociales que se han desarrollado,
contra los desahucios, contra los despidos, los recortes en el gasto público,
la limitación cada día mayor de las libertades democráticas. Por ello, la
monarquía está asociada a todas esas medidas reaccionarias del sistema y
nuestra organización debe ser capaz de vincular la lucha por el fin del régimen
monárquico a la lucha por el empleo, lo público, el impago de la deuda, las
libertades democráticas…
Izquierda Unida debe trasladar al movimiento lo que
el propio movimiento ha creado: Pan, Trabajo, Techo, Libertades y República,
deben ser las consignas que llevemos en todas nuestras acciones para convertir
esta lucha por un referéndum monarquía-República en un paso más en el
crecimiento del movimiento por la transformación de la sociedad.
Incorporar a la lucha al movimiento obrero, los
sindicatos, las AAVV… todo el entramado donde la militancia de IU puede tener
un peso decisivo y que, después de las huelgas generales se ha mantenido al
margen, salvo sectores concretos (Coca-cola, Bomberos, Basuras …). Una reedición del 22-M tendría que verse acompañado
de una huelga general.
Emplazar a todas las fuerzas políticas y
sindicales: a la dirección de UGT y CCOO, en primer lugar, a que se pronuncien
contra la opción de un gobierno PP-PSOE y reclamen un gobierno de la izquierda,
rompiendo relaciones con el gobierno del PP y exigiendo al PSOE que cambie de
bando. Dirigiéndonos a su base social.
El espectacular éxito electoral de PODEMOS, y el
gran avance de Izquierda Unida han anunciado que la pared de la presa del PP
comienza a romperse, y que el muro de MIEDO, FRUSTRACIÓN E IMPOTENCIA, se
comienza a transformar en una gran marea de CORAJE, ILUSIÓN Y FORTALEZA.
Pero aún nos queda un duro camino por recorrer.
Sería una tragedia que dos organizaciones que han obtenido juntas el apoyo de
más de 2.800.000 ciudadanos, y que en todo lo importante piensan igual, sus
dirigentes se convirtieran en dos gallos de pelea por un mismo espacio
político.
Las gentes de IU y PODEMOS no debemos consentirlo.
Las agrupaciones de base de IU y los círculos de PODEMOS debemos juntarnos para
conocernos, hablar, discutir, luchar y construir juntos una alternativa a la
basura social del capitalismo.
Las condiciones objetivas, de crisis del sistema
económico capitalista en Europa, van a ser favorables a una alternativa
socialista. Nuestra tarea es subjetiva, es contribuir a crear la herramienta
que dé cauce y eficacia a las aspiraciones de la clase trabajadora.
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