Editorial
El sistema mediático de este país vive especializado en el ruido. Ahora que todos los ciudadanos deberíamos estar centrados en la búsqueda de soluciones cabales a los retos económicos y políticos en los que estamos sumidos ellos, cumpliendo la agenda oculta de quienes les pagan, nos saturan con ruido de noticias inanes, irrelevantes o inventadas.
Una pieza clave para construir la ciudadanía es tener información fiable sobre la realidad que nos rodea. Cada persona nos hacemos una construcción mental del mundo que hay más allá de nuestro entorno cercano con los mensajes que nos llegan desde los medios. Además tenemos la tendencia a elegir los medios que nos sirven una realidad que contradiga lo menos posible a nuestros prejuicios. El problema español es que ni siquiera cubre todo el espectro de prejuicios, la unanimidad que muestran en algunos temas esenciales los principales imperios mediáticos. Nos entretienen o intentan entretener convirtiendo en problemas omnipresentes determinados temas que podrían ser importantes si no tuviéramos entre manos la mayor ofensiva de las élites que nos abocará a un futuro de pesadilla, una catástrofe humana y medioambiental.
Una alianza de intereses entre unos politicos miopes, unos aposta y otros simulados, una prensa mercantilista y deudora de sus dueños y un poder financiero que se convierte en el verdadero poder, un poder que no es miope. Un poder que es capaz de trabajar despacio y tramar sus estrategias a largo plazo.
¿Seremos capaces las clases populares de ver a largo plazo, tejer nuestras alianzas e inducir a nuestros politicos a trabajar para un nuevo futuro que empieza a ser urgente?
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