COMUNICADO
ECONOMÍA SOL
La Audiencia Nacional ha
admitido a trámite dos querellas contra los integrantes de los consejos de
administración de Bankia y su matriz, el Banco Financiero y de Ahorros (BFA)
porque ve indicios de delito en su actuación. Es imprescindible que se depuren las responsabilidades pertinentes de
todos los que han capitaneado las entidades financieras, y este paso sólo
debería ser el principio.
Los
Consejeros, directivos y gestores de BFA-Bankia elaboraron y difundieron documentación, tanto contable como meramente
informativa, que arrojaba una imagen de la Sociedad absolutamente irreal,
presentando a la misma como acreedora de una solvencia de la que carecía. Sin
embargo, no debemos equivocarnos: Han
arruinado la entidad pero no lo han hecho solos. El engaño masivo no hubiera sido posible sin
la delictiva actuación de Deloitte, la firma auditora, que certificó la validez
de los estados financieros de la entidad, del Banco de España que no actuó con
la debida diligencia en su obligatoria labor de control y supervisión y de la Comisión Nacional del Mercado de Valores
que olvidó su obligación de velar por ahorradores e inversores. Sin el respaldo
de todos ellos y de las autoridades políticas de los sucesivos Gobiernos jamás
se habría podido culminar esta gigantesca estafa.
Por todo ello, a los banqueros y
a los que han cooperado para que se consumara el expolio se les debe aplicar
con la máxima dureza el Código Penal.
INTERVENCIÓN
JUDICIAL DE BFA-BANKIA YA
Ante la
gravedad de la situación, la Audiencia Nacional debe adoptar medidas cautelares que supongan la inmediata
intervención judicial de la entidad para garantizar una investigación adecuada
que llegue a las últimas consecuencias. BFA-Bankia, que
ya es una entidad de propiedad mayoritariamente pública, no puede estar
dirigida por gestores que no quieren esclarecer las vergonzosas actuaciones de
los que les han precedido en sus cargos.
NO AL MEMORÁNDUM
Lo ocurrido en BFA-Bankia es
solamente una parte del problema. El conjunto del sistema financiero español
(bancos y cajas) está en quiebra y, por muchos eufemismos con los que quieran
disimular la situación, necesita miles de millones de euros para no
derrumbarse. El Gobierno ha solicitado de manera formal el rescate del sector
pero los países europeos no lo van a hacer gratis. El documento hecho público
el 10 de julio, establece una compleja lista de condiciones que el Estado
español debe poner en marcha para poder recibir asistencia financiera. Por lo
tanto, es evidente que existe
condicionalidad para disponer del préstamo que se realizará al Reino de España.
Lo de menos es la pérdida de soberanía que conlleva la aplicación de esa
condicionalidad. Lo realmente grave es que la
reforma del sector financiero que ampara el mismo es injusta a la hora de
repartir la carga de la misma e ineficaz para resolver la quiebra de las
entidades.
- La cantidad del rescate es insuficiente. Aunque la línea de financiación llegue a los 100 mil millones, las necesidades de capital son superiores.
- Las estimaciones pretenden minimizar las inyecciones de capital y sin resolver ese problema el sistema seguirá quebrado. Los bancos necesitan más capital y no más préstamos.
- Las actuaciones que plantea el Gobierno durarán un tiempo que ni tienen las entidades ni podrán soportar familias ni empresas.
- Sin resolver el problema financiero del Estado, toda ayuda al sector bancario (aunque sea para nacionalizarlas) supondrá una dificultad insalvable para abordar el resto de necesidades financieras públicas.
Por todo
ello hay que decir NO a la rúbrica de un documento que hace recaer sobre los
ciudadanos el coste de la crisis sin garantizar en modo alguno que los que la
causaron paguen por ello.
POR UNA BANCA
PÚBLICA SOCIAL Y CONTROLADA POR LA CIUDADANÍA
Es una evidencia que el sistema
bancario es incapaz de cumplir su función sin la inyección de ingentes
cantidades de fondos públicos. No podemos consentir que el Estado sanee las
entidades bancarias con fondos que detrae de las partidas presupuestarias
destinadas al gasto social para regalárselas a continuación a los mismos que
las han llevado a la
ruina. Se debe nacionalizar el conjunto del sector bancario
para constituir una verdadera banca pública, controlada democráticamente y con
una finalidad social.
La gestión y la administración
de los ahorros de la sociedad es demasiado sensible y vital como para dejarla
en manos privadas. Han demostrado de manera sobrada, que la gestión en busca
del “máximo interés privado” se acaba convirtiendo en el “máximo desastre
social”.
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