Carlos Sánchez Mato
¿A quién le amarga un regalo de 4
mil millones de euros? Ese es el obsequio que se ha encontrado Caixa con la
adjudicación del Banco de Valencia en la peculiar subasta celebrada por el
Estado. Con esta operación de venta se ha consumado un escandaloso expolio de
fondos públicos justificado con el argumento de que el coste para el erario
público será infinitamente menor que la factura que finalmente pagarían los
ciudadanos si se dejara caer a la arruinada entidad. ¿Era más barato para el Estado actuar de esa
forma y, sobre todo, era la única alternativa?
Está claro que no.
Es verdad que no actuar
inyectando fondos en Banco de Valencia sería tremendamente oneroso para el
Estado. El proceso de sustitución de acreedores que se adoptó hace dos años
hace que el volumen de pasivo soportado de hecho por el Estado sea ya enorme.
Más de 21 mil millones de euros nos costaría a todos no intervenir. Optar por
la liquidación implica un enorme quebranto para las arcas públicas a corto
plazo dado
que los acreedores privados ya han sido salvados en su mayor parte. Los
activos sanos de Banco de Valencia serían líquidos a medio y largo plazo. Sin
embargo, los depósitos y los avales a las emisiones de deuda serían exigidos de
manera inmediata.
Sin embargo, entre la no
intervención que supondría una quiebra inmediata del Banco de Valencia y la
inyección de fondos públicos adicionales para sanearla y regalarla
posteriormente a una entidad bancaria privada hay un abismo.
Ese es el engaño
fundamental de esta operación: Había
otra solución que consiste en gestionar adecuadamente el banco dentro del
perímetro de una banca pública orientada a la obtención de una rentabilidad
económica para el Estado y social para los ciudadanos. El coste de esta
operación hubiera sido claramente inferior al soportado en la transmisión a
Caixabank.
Sin embargo, se ha optado por elegir una salida para el Banco de
Valencia que supone hacer un maravilloso regalo a Caixabank con dinero público.
Eso sí, después de socializar las pérdidas
con cargo a los Presupuestos Generales del Estado (7 mil millones de euros
adicionales a los ya enterrados en la filial del Banco Financiero y de
Ahorros).
La operación de venta de Banco de Valencia culmina una desastrosa
gestión de la quiebra de una entidad financiera de reducidísimo tamaño para el
sistema bancario español al que se habrán dado ayudas públicas cercanas a los
18 mil millones de euros, cifra superior a los recortes realizados en Sanidad y
Educación en el conjunto del Estado de 2010 a 2013.
Y esto no ha hecho más que empezar…
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