Editorial
Mujer
8 de marzo de 2015, 'Día Internacional de la Mujer'.
Una fecha para recordar y reivindicar, no para celebrar, si tenemos en cuenta la realidad de la situación de la mujer en España: Con la crisis económica se ha incrementado la brecha salarial entre hombres y mujeres y, aunque las encuestas y estudios recientes aseguran que su nivel de formación y capacitación laboral es superior, hoy perciben un 17 por ciento menos que el hombre.
Un reciente estudio de la Organización del Trabajo (OIT) asegura que la discriminación se mantiene: en la mayoría de los casos la madre cobra menos salario mientras que el padre, cuantos más hijos, más ingresos salariales tiene. También la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) coincide en señalar que la alta cualificación sigue sin ser un factor que beneficie a las mujeres. La mujer en España sigue siendo mayoría en la universidad, pero su tasa de ocupación es de más de diez puntos por debajo que la del hombre. Y lo mismo ocurre en las pensiones percibidas y las no percibidas para quienes trabajan en casa. O con los intentos del Partido Popular de modificar o derogar la Ley Orgánica 2/2010, de 3 de marzo (también redactada mayoritariamente por hombres,) de Salud Sexual y Reproductiva y de la Interrupción Voluntaria del Embarazo. Una ley que la lucha de la mujer en la calle ha conseguido paralizar y se ha llevado por delante a todo un ministro de Justicia.
'Destronar' la crisis/estafa económica, social y financiera, originada principalmente por hombres, es el reto prioritario para una sociedad de mujeres y hombres que considera que tenemos una democracia que ya no es. Tampoco para la mujer. La caza de brujas persiste en pleno siglo XXI.
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