Propuesta ante el proyecto de Banca Pública
de Andalucía
Carlos Sánchez Mato y Jordi Escuer
Los grupos
parlamentarios de Izquierda Unida y del PSOE en el Parlamento de Andalucía
están trabajando en el anteproyecto de ley de banca pública que esta comunidad
autónoma pretende desarrollar en la segunda parte de esta legislatura. Hay que felicitar a IU, promotora de la
iniciativa, por poner sobre la mesa la
necesidad de la banca pública. Es fundamental que esta fuerza política, la
única que hoy puede hacerlo, aproveche su posición institucional para defender
una alternativa que vaya al fondo del problema y promueva entre la clase
trabajadora y la mayoría de la sociedad, la necesidad de poner el sector
financiero en manos públicas, garantizando una gestión pública, democrática y
guiada por el interés social de los ahorros de toda la sociedad. Sin embargo, más allá de las buenas intenciones de sus
defensores, lo que no podemos permitirnos es poner en marcha una iniciativa que
pueda suponer de facto el abandono de la defensa de esta propuesta, y, aún
menos, que pueda llevar a la frustración y al desprestigio de la misma.
El objetivo
declarado por estos grupos parlamentarios y por personas que han participado en
la redacción de un documento, es la creación de una banca pública que apoye a
pequeñas y medianas empresas, cooperativas y familias a las que el expolio de
las cajas de ahorro andaluzas ha dejado huérfanas a la hora de acceder a la
financiación de actividades productivas. IU ha manifestado que además, aspira a
que dicho banco tenga depósitos de clientes y actúe como un banco más, mientras
que el PSOE ha dejado claro que, al menos en una primera fase, sólo quiere un
banco de inversión[1],
es decir, que actúe como prestamista para empresas, en línea con lo aprobado en
la Conferencia estatal, que celebró el año pasado[2].
Pero incluso IU, en su propio informe, acepta que la prioridad sería actuar
como banco de inversión para ayudar a recuperar la actividad productiva[3].
No ha sido la
única iniciativa que se ha iniciado en los últimos meses ya que en el mes de
octubre de 2013 el parlamento de Cataluña dio los primeros pasos para convertir
al Instituto Catalán de Finanzas (ICF) en un banco público con su
correspondiente ficha bancaria que le permitiera acceder a mercados de
capitales internacionales e, incluso, a las subastas de liquidez del Banco
Central Europeo[4].
Aunque ambas iniciativas tienen orígenes claramente diferenciados, comparten
básicamente los elementos de insuficiencia a la hora de abordar el reto que
tenemos por delante.
UNA GOTA EN EL MAR FINANCIERO
El problema de partida es la hipertrofia
del sector financiero, su enorme tamaño, que ha agudizado el problema del
endeudamiento excesivo de los agentes económicos. Sin las inmensas cantidades
de dinero público puestas a su disposición, la inmensa mayoría de las entidades
bancarias estarían en quiebra[5]. La pretendida auto-regulación de los
mercados financieros ha generado burbujas especulativas que, como en el caso
español, han concentrado las inversiones de capital en sectores como el
inmobiliario, las grandes infraestructuras y la internacionalización de las
grandes compañías, con una deficiente asignación de recursos en otros ámbitos. Se impone una decidida actuación que evite
en el futuro estos desequilibrios ya que los pequeños parches no van a resolver
el problema grave al que nos enfrentamos.
Pero abordar el
problema de la banca pública excede la capacidad financiera y normativa que
tienen las comunidades autónomas en el Estado español. Cuando IUCA-LV afirma
que “una banca pública andaluza
permitiría que los ahorros, ingresos y recursos públicos de los ciudadanos
puedan ser destinados al interés general de la mayoría social y no al interés
individual de una minoría que busca su propio interés privado”[6],
debemos tener muy claro que la propuesta que se nos hace no implica poner los
ahorros de Andalucía al servicio del interés general. El proyecto que se ha
debatido en fase preliminar en Andalucía, supondría crear una entidad de
crédito con un tamaño 50 veces inferior a Unicaja. En este tema, el tamaño
importa y mucho, y la capacidad de
incidir en la economía real dependerá del alcance de la entidad creada y el
volumen de fondos que pueda movilizar.
El Presupuesto
de 2014 que el Parlamento de Andalucía ha aprobado no recoge ninguna partida
presupuestaria para poner en marcha el Instituto de Crédito Público andaluz. Lo
que sí está contemplado en el documento de propuestas elaborado por el grupo
parlamentario de IULV-CA es la remisión al Parlamento, entre febrero y junio de
2014, de un proyecto de Ley que incluya los futuros estatutos de la entidad
para su tramitación urgente, de forma que pueda ser aprobado entre septiembre y
diciembre de este año. Como mucho se puede esperar que se incluya una partida
de 3,6 millones de euros “correspondiente al desembolso inicial del capital
social” previsto en la normativa, y una provisión de 400.000 euros dedicada a
“la definición de los primeros productos y procedimientos y el diseño del
sistema de control interno”. En todo caso, estaríamos hablando de 2015 para
poner en marcha este Instituto de Crédito Público, que no de depósitos.
Mientras, el actual organismo de la Junta que está haciendo este papel, la Agencia
IDEA, le traspasaría los fondos reembolsables que está gestionando. En 2014,
IDEA tiene un presupuesto de unos 600 millones de euros, incluidos los fondos
europeos que gestiona.
Por tanto, no habría un crecimiento sustancial con el
nuevo Banco público andaluz sobre los recursos que ahora gestiona la Agencia
IDEA.
Para que el
Instituto de Crédito Público andaluz pudiera abordar el siguiente paso, es
decir, captar depósitos, habría que esperar al menos a 2016, según la posición
de IU. Pero no podemos perder de vista que el PSOE considera que ese objetivo
sólo a medio y largo plazo, condicionado a la evolución de dicha entidad y con
el fin de crear un banco público que complemente y colabore con la banca
privada[7].
De hecho, una medida que mostraría una voluntad política inmediata de caminar
hacia la banca de depósitos sería la obtención de una ficha bancaria para
operar, pero el Grupo Socialista tampoco tiene prisa al respecto[8].
LA PROPUESTA IUCA-LV
Entrando en la
propuesta de IU, que es la que presiona en la dirección de crear un banco
público de carácter universal, es decir, que capte depósitos de los
ahorradores, ésta cifra el capital social que debería desembolsar la Junta en
torno a 200 millones de euros. Estamos hablando de una cantidad que supone el
0’67% del presupuesto andaluz para 2014 o el 0,14% del PIB regional. Con esa cantidad no es posible crear un
embrión transformador de banca.
El planteamiento
que hace IU es que se “inicien negociaciones bilaterales con el Gobierno de
España para la aportación del FROB de 1.500 millones de euros a la financiación
de la entidad explorando diversas formas para su materialización como bonos
convertibles contingentes o aval a una emisión de títulos”[9].
Es decir, la obtención de recursos para poder hacer operaciones de préstamo,
que sería objetivo de este Instituto de Crédito, quedaría circunscrita al
capital social de la Junta (200 millones de euros) más una emisión de deuda
suscrita por el FROB (1.500 millones de euros). Es decir, la capacidad máxima
de préstamo estaría en torno a 1.500 millones de euros con las mínimas reservas
de fondos regulatorios y de puesta en marcha que queramos considerar, no
llegaría a ser más que el 0,03% del sistema financiero español.
Hemos de tener
presente que una propuesta de banca pública de esas características no
supondría ningún cambio en las condiciones de vida los trabajadores y sus
familias, y corremos el riesgo de propiciar la sensación de que se ha puesto en
marcha nueva institución inútil, que detrae recursos en un momento en que se
está recortando en todos los capítulos sociales.
Para captar
recursos en forma de depósitos y “garantizar el crédito a pymes y microempresas
para relanzar la economía” en Andalucía sería imprescindible una considerable
inversión en red de oficinas que no se contempla. Aunque en el desarrollo
legislativo se modificara esa premisa, no podemos soslayar lo absurdo que resultaría detraer fondos públicos para generar algo que
existe, al mismo tiempo que se reducen los presupuestos en educación, sanidad o
gasto social. Seguramente un proyecto de este tipo suscitaría un rechazo social
generalizado.
Como decíamos
anteriormente, esas redes, infraestructuras,
tecnología y personal no es necesario crearlas porque ya existen. Están en
manos del Estado aunque, desgraciadamente no existe voluntad política de
convertirlas en el embrión de una auténtica banca pública controlada
socialmente. ¿Para qué vale lanzar una idea de "banca pública" a
nivel local o autonómico si la capacidad normativa y los fondos (FROB) los
tiene el Estado? En el caso de que fuera posible obtener un acuerdo con la
administración central, lo óptimo sería que, en primera instancia se paralizara la privatización de parte de
la banca que sí es pública y universal y que tiene un tamaño actualmente de 300
veces lo que se quiere crear.
Una Banca
Pública no puede ser únicamente un instrumento de inversión, una herramienta de
apoyo al sector privado similar a organismos e instrumentos que han tenido y
tienen las comunidades autónomas[10].
El nuevo banco público no tendría capacidad de prestar si no capta depósitos de
los ciudadanos. No tiene sentido por lo
tanto, una banca específica sin una visión generalista porque no tendría ni
tamaño suficiente, ni solucionaría el riesgo sistémico de las entidades
privadas que los ciudadanos seguiríamos sosteniendo.
No parece lógico
que contribuyamos a poner en marcha una herramienta al servicio de intereses
empresariales privados gestionada desde el ámbito público. La experiencia nos
dice que este tipo de instrumentos acaban siendo una fuente de financiación de
las grandes empresas, las únicas con capacidad de inversión para “cambiar el
modelo productivo”, uno objetivo al que se ha apuntado el propio PSOE. Este
proyecto de Banco Público andaluz implicará pedir prestado al FROB a un tipo de
interés muy superior del que reciben los bancos privados que están recurriendo
al BCE.
Ni tampoco esta
medida resolvería el riesgo para la sociedad del resto de la banca, que
seguiría teniendo "secuestrado" el ahorro y seguiría absorbiendo
enormes cantidades de dinero público en todo tipo de ayudas.
LA BANCA DEBE SER UN SERVICIO PÚBLICO
Y aquí está el
debate esencial desde nuestro punto de vista: ¿debe ser pública o privada la
gestión del ahorro de la sociedad? Es fácil comprender que la sanidad, el agua
o la energía, entre otros sectores, no pueden dejarse en manos privadas porque
eso implica que su gestión no se guiará nunca por el interés general, sino por
el máximo beneficio privado. La experiencia nos ha enseñado que lo público
funciona mejor que lo privado, es mejor socialmente y, además, más barato. Y el
mejor ejemplo lo tenemos en la Sanidad: la española es mucho más barata y
eficaz que la norteamericana que es privada. Y el caso del Canal de Isabel II
en Madrid, también nos demuestra como la gestión pública del agua es mejor, más
barata y da beneficios. Y eso que tanto el Canal como la Sanidad pública han
sido gestionados por representantes de partidos empeñados en privatizarlos, que
sólo ha sido compensada, en la medida de lo posible, por los enormes esfuerzos
de la mayoría de sus trabajadores. Imaginémonos lo que podría suponer una
gestión con vocación real de servicio público, democrática y transparente.
Igualmente
sucede con el sistema financiero, que es un servicio esencial para la economía
y la sociedad. Esta crisis nos ha enseñado en nuestras propias carnes lo que
supone su gestión privada, un desastre social que está exigiendo enormes ayudas
públicas para evitar su quiebra. Un esfuerzo económico que está suponiendo
esquilmar el erario público y recortes sociales y laborales, pero que no
evitará nuevas crisis porque las ayudas están dirigidas a salvar a los bancos
privados y transformar en entidades privadas, los que antes eran semi públicos,
las cajas de ahorros.
Desde la Banca
privada, y desde el PP, se ha difundido hasta la saciedad que el problema del
sector financiero estaba en las cajas, que han sido mal gestionadas por los
políticos. Y es cierto que, en general, han sido muy mal gestionadas. Pero no
sustancialmente peor que los bancos privados: en todos ellos se ha especulado,
se ha favorecido a las grandes empresas, y en todos ellos se han pagado
salarios millonarios. El problema es que las cajas actuaron como bancos. La
búsqueda del máximo beneficio es consustancial en una economía de mercado, en
una economía capitalista. En la medida que las Cajas actuaban en un mercado
financiero privado, actuaban igual que el resto de entidades bancarias. En las
propias consideraciones de IU, en el Informe del Grupo de Trabajo, se reconoce:
“La lógica imperante se impuso en todas las entidades financieras de nuestro
país de forma obligada ya que aquella entidad que obtuviera menores
rendimientos para sus accionistas y para los mercados quedaría expulsada”[11].
Y, el hecho, es que mientras el conjunto de la economía crece, siguiendo los
ciclos habituales del capitalismo, esa forma de actuar es extraordinariamente
rentable: cuanto más crédito se da, mayores ganancias, que a su vez estimulan
más el crecimiento. Como los bancos, las Cajas tuvieron unos enormes ingresos
durante esos años, una parte de los cuales emplearon en Obra Social, pero la
mayoría de los mismos fue a parar a financiar grandes empresas y el auge del
ladrillo, también igual que los bancos.
La idea de una
banca pública complementaria de la privada, que compense las carencias del
mercado y propicie la competencia, tal y como propone el PSOE en sus
consideraciones en el Informe, es un camino que conduce a una nueva repetición
de los errores de las Cajas. En este caso, como hablamos de una institución
bancaria extremadamente pequeña, no llegaría ni a eso.
El sistema
bancario contemporáneo es un auténtico mentís a todos los cínicos que hablan
del “libre mercado”, puesto que el negocio consiste en que los beneficios son
privados mientras hay auge, y cuando vienen las crisis, las pérdidas se pagan
con dinero público. Por tanto, no se trata de arreglar el sistema, de
gestionarlo mejor, sino de aprovechar la crisis para cambiar de sistema.
Por eso, es conveniente
aprovechar todos los foros a nuestro alcance para defender y argumentar la
necesidad de que las principales entidades financieras sean públicas. Y el
Parlamento andaluz sería un altavoz de muchísima importancia. Al Estado le
bastaría con hacer valer la enorme cantidad de fondos públicos que tiene
comprometidos (préstamos y avales incluidos) en el salvamento de las entidades
financieras. Cualquiera puede entender que si dependen del respaldo público
para poder funcionar, lo razonable es que sean públicos.
Desde ese punto
de vista, la propuesta de la banca
pública es crucial para que se pueda poner en marcha una política alternativa
real. Pero la titularidad pública de las acciones de los bancos no es
suficiente para que tengamos una Banca Pública de verdad. ¿Acaso alguien ha
notado que el 20% del sector ha sido nacionalizado?
Para que eso
ocurra, la gestión de los ahorros de la
sociedad depositados en las entidades bancarias debe estar dirigida a la
atención de las necesidades sociales, el desarrollo de unos servicios públicos
de calidad y suficientes, y la erradicación del desempleo. Una banca
pública fuerte permitiría impulsar otra política económica centrada en la
creación de una estructura económica sostenible a medio plazo, con ramas
empresariales e industriales tradicionales y nuevas, que permita erradicar el
paro estructural y los desequilibrios territoriales, junto con la dependencia
del monocultivo del turismo y la construcción.
Una verdadera
banca pública financiada fundamentalmente con los ahorros, tendrá que ser controlada democráticamente y tener como objetivo la
finalidad social. Debe conllevar la más absoluta transparencia en sus
políticas y debe estar caracterizada por el rendimiento público y transparente
de sus cuentas anuales en un lenguaje asequible para el conjunto de la
ciudadanía. Eso implica definir un modelo de gestión distinto al visto en las
cajas de ahorro que tenga en cuenta criterios sociales y de financiación de la
economía productiva eficaces. Solo así podrá ponerse en marcha un plan
estratégico de salida social a la crisis, redimensionando el sistema financiero
hasta cotas que no amenacen a los ciudadanos como hasta ahora.
NUESTRA PROPUESTA SOBRE EL DEBATE EN
ANDALUCÍA
En consecuencia,
no compartimos el proyecto en los términos en los que se plantea ahora, pero
creemos que sería posible transformarlo durante su tramitación parlamentaria en
el sentido en el que acabamos de exponer. La
primera medida que el Gobierno andaluz debería plantear en el proyecto de Ley para la creación de un Banco público sería
negociar con el Gobierno central la consolidación como banca pública integrada
de todas las entidades nacionalizadas por el Estado, de tal forma que la
gestión de la misma en Andalucía pase a ser dirigida democráticamente por la
Junta, transformándose en un pilar central de la política económica en todo el
territorio, priorizando el desarrollo económico y social.
Además, debería
aprovecharse la tramitación de la ley para exponer la necesidad de que todas
las cajas de ahorros y sus bancos participados sean nacionalizadas y se
incorporen a esa banca pública. Y de que todas las ayudas públicas al resto de
bancos privados den pie a la entrada de representantes públicos en sus consejos
de administración. Y, finalmente, plantear la necesidad de una auditoría
pública y fidedigna de cual es la situación financiera real de dichas entidades
y que se saneen prioritariamente a costa de sus accionistas y acreedores, y no
del erario público.
Evidentemente no
podemos esperar que semejante medida cuente con el apoyo del PP, pero tampoco
es probable que brinde fondos del FROB para dicha iniciativa. Sin embargo, si
debería ponerse sobre la mesa un acuerdo entre el PSOE e IU de aplicar esa
medida en caso de que gane las generales sí debe ser puesto sobre la mesa,
puesto que en menos de dos años va a haber elecciones y el PP podría perder la mayoría absoluta.
Algo a lo que, sin duda, contribuiría la defensa de una alternativa real en el
terreno económico, con medidas como ésta.
Esa sería la
única forma de conformar una banca pública en Andalucía, realmente capaz de
jugar un papel útil para empezar a poner una parte significativa de los ahorros
de la sociedad bajo control público y al servicio de políticas de desarrollo
económico y social. Cuando menos, y sería mérito de la fuerza que lo defienda,
popularizar una alternativa real en el terreno financiero.
Nuestra
propuesta implicaría la posibilidad real de que todas las viviendas y suelo de
esta entidad —y del SAREB—, en Andalucía, pasasen a engrosar el parque público
de vivienda. Permitiría poner en marcha la dación en pago con carácter
retroactivo y detener la política de desahucios de antemano, tomando medidas
que permitan a las familias trabajadoras seguir viviendo en su casa.
Por supuesto, la tramitación de esta ley debería ir
acompañada de una propuesta moratoria en el pago de la deuda de la Junta de
Andalucía y una reforma fiscal que aumentara los impuestos a las grandes
empresas y rentas más altas, en la medida que lo permite sus competencias. La
moratoria, combinada con la reforma fiscal, permitiría disponer de unos
recursos suficientes a corto plazo para evitar recortes e, incluso, aumentar el
gasto social, mientras se ponía en marcha una auditoría pública de dicha deuda
y se establecía una quita forzosa de la misma. Esta medida debería ponerla IU
sobre la mesa de forma inmediata, pues continuar con el pago de la deuda actual
conlleva la continuación de los recortes sociales. Es necesario demostrar que
no es inevitable elegir entre recortes mayores o menores, que hay otra política
distinta a la del “mal menor”, que hay alternativa.
En definitiva, se trata
de poner sobre la mesa medidas audaces, acordes con la gravedad de la situación
social y económica que vivimos. No podemos pretender arreglar el capitalismo,
sino que hemos de explicar la necesidad de superarlo, pues en él está la raíz
de nuestros problemas. Cada medida parcial que planteemos, cobrará fuerza si
somos capaces de ponerla en esa perspectiva transformadora.
[1] “El
citado Ente deberá evolucionar para convertirse en una banca pública
especializada de apoyo al tejido productivo, con una intervención en la
economía de carácter anticíclico”,consideraciones del PSOE página 76,
INFORME DEL GRUPO DE TRABAJO 9-12/CC-000007, CON EL OBJETIVO DE ANALIZAR Y
FORMALIZAR LA CREACIÓN DE UN INSTITUTO PÚBLICO DE CRÉDITO ANDALUZ.
[2] En la Conferencia
celebrada el mes de noviembre del año pasado, dentro de las 130 medidas que se
aprobaron, se plantea: “Crear una Banca Pública de Inversión mediante la
transformación del ICO y otras entidades existentes, con capacidad y medios
adecuados para facilitar líneas de crédito destinadas a la financiación de
circulante, inversión y procesos de crecimiento e internacionalización de las
empresas españolas”.
[3] “…Existe
un acuerdo generalizado (que se desprende de las distintas comparecencias) de
que la necesidad más urgente es la de conceder crédito a la economía social,
pymes y autónomos, incluso antes que al sector público o las familias; pues
se entiende que es prioritaria la recuperación de la actividad productiva”,
consideraciones iniciales de IUCA-LV, dentro del informe del Grupo de Trabajo,
página 31.
[4] La ventanilla del BCE no es ninguna
panacea para la financiación de una entidad bancaria si no se controlan los
ahorros de la ciudadanía. Para acceder a las facilidades de crédito que otorga
el BCE hay que poner como garantía activos colaterales. Las entidades bancarias
privadas están utilizando títulos de deuda pública y carteras de crédito
previamente otorgados. Es decir, concede la capacidad a los bancos de “hacer
líquidos” los activos que posee. Una entidad de nueva creación no tendría
ninguna ventaja por el hecho de tener la capacidad de acudir a las subastas del
BCE ya que no tendría ni títulos de deuda ni carteras de créditos para poner
como colateral. Para eso previamente tendría que contar con capital para
iniciar la actividad.
[5] No es solo el enorme rescate
proporcionado a las entidades bancarias nacionalizadas. Sin los avales,
garantías y préstamos concedidos al conjunto del sistema, éste habría quebrado.
Entre ayudas en capital y medidas para facilitar la liquidez de las entidades,
el sector público ha entregado 1,3 billones de euros (Diciembre 2013).
[6] Página
21 de las consideraciones de IUCA-LV, en el Informe del Grupo de Trabajo.
[7] “El Grupo Parlamentario
Socialista” plantea “una tercera alternativa consistente en un modelo de carácter
evolutivo que partiendo de una Instituto de Crédito Público, se encamine en
su diseño, modelo de gestión, recursos, sistemas, etc. hacia un Banco Público
que complemente a la Banca Privada y que lo haga con los recursos, la
experiencia, madurez y el prestigio suficientes como para adquirir el necesario
peso en el sistema financiero andaluz. Si se consigue ese resultado, la
Institución podría llegar a emitir deuda sin necesidad del aval de la Junta
de Andalucía y por tanto sin afectar a su endeudamiento, gozando de
condiciones financieras propias”. Página 70, del Informe del Grupo de Trabajo.
[8] “Los requerimientos tanto
de tamaño crítico como de un necesario periodo de maduración, hacen que en
un primer momento no sea un elemento esencial la disponibilidad de una ficha
bancaria. No obstante en el medio plazo si sería un elemento muy importante
para acceder al ahorro, mediante la constitución de depósitos y también para
tener acceso a la financiación del Banco Central Europeo”. Informe del Grupo
de Trabajo, página 69.
[9]
Informe
del Grupo de Trabajo, páginas 52 y 53.
[10] Ese tipo de banca pública ha
existido y existe. Además del ICO, han proliferado sociedades de desarrollo
industrial, algunas dependientes de SEPI y otras de las comunidades autónomas.
Prestan o participan en el capital de pequeñas o medianas empresas (aunque
también lo hacen en proyectos estratégicos de mayor tamaño) ligando su
inversión a la creación de empleo.
[11]
Página 12.
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